domingo, 6 de febrero de 2011

DERRAPE IDEOLÓGICO DE LA SECRETARIA DEL PSPV


                   Los resultados finales de la confección de la candidatura socialistas para las próximas elecciones locales en Benidorm, me retrotraen a un artículo de la señora Ana Barceló en que argumentaba las razones para acoger en ella a la caterva de tránsfugas, una perversión democrática que se veía venir desde el instante en que éstos desalojaron al anterior alcalde democráticamente elegido, nos guste o no. Obviamente, las razones de tan democrática autoridad socialista, parecían un derrape ideológico transitorio de la señora Barceló, ya que, por entonces, contradecía a otras autoridades de su partido, entre ellas al propio Secretario General del PSPV y candidato a la Generalitat, el señor Alarte. ¿Quién no tiene un mal día?, pensé entonces. Desgraciadamente los hechos me confirman ahora que el posible derrape ideológico no era transitorio y personal, sino permanente y, por acción u omisión, de toda la organización socialista, que, definitivamente, da luz verde a los tránsfugas para dirigir la ciudad de Benidorm. Obviamente con honestidad democrática, la justa.
          El artículo citado “Benidorm: la responsabilidad o la convicción”, publicado en el Diario Información el 27-9-2010 y escrito por doña Ana Barceló, Secretaria Provincial del PSPV-PSOE, con la finalidad de defender el posible regreso de los tránsfugas a la candidatura socialista, no tenía desperdicio. Comenzaba con un demagógico ejemplo, que ella misma consideraba “exagerado o simplista”, sobre las opciones que tendría el gobernante pacifista de un país cualquiera ante la amenaza del gobernante violento de otro país, para avalar, obviamente, el abandono de sus convicciones pacifistas por parte del primero aunque mucho le desagradase. Proseguía relatando una serie de sucias prácticas políticas del PP y, tras unas reflexiones más o menos pintorescas acerca de la política y la actividad de los políticos, concluía que, en el caso de Benidorm el PSPV-PSOE debía “guardarse mucho de parecerse a ese líder pacifista dispuesto a desmantelar su ejército mientras los Estados vecinos y pendencieros afilan contra él sus armas”. Olvidaba la señora Barceló que ni Benidorm es un Estado, ni hay otros Estados que le amenazan con sus armas, sino que estamos en un escenario de paz y libertad del que, en todo caso, hay que erradicar las prácticas antidemocráticas –como es la del transfuguismo político-, que son las que, en definitiva, pueden generar brotes de violencia, y la peor forma de erradicarlas es, precisamente, sumarse a las mismas cuando existe la posibilidad de denunciarlas para que los votantes tengan claro qué opción política han de apoyar: la que juega limpio o la que hace trampas. Pero, si tanto la introducción como la conclusión del artículo era desacertada y demagógica, lo realmente grave para los principios del socialismo democrático estaba en los argumentos y reflexiones que, como dirigente socialista, utilizaba para defender su pintoresca teoría, más próxima al bolchevismo que a la socialdemocracia occidental.
          Argumentaba que el tránsfuga popular, que permitió la toma del poder de los socialistas –convirtiéndose como él en tránsfugas-, dejó en situación de minoría al alcalde y, ante la ingobernabilidad de la institución, el señor Navarro –jefe de la oposición porque así lo habían decidido los ciudadanos-, responsablemente y con el mismo desagrado del gobernante pacifista citado, renunciaba a sus principios en pro de acabar con la parálisis institucional. Es decir, se convertía en un salvador de la patria -con la ayuda del antidemocrático tránsfuga popular- asumiendo el poder con un alto sentido de la responsabilidad para evitar el caos. ¿Cuántos ejemplos hay de salva-patrias alegando lo mismo? ¿Hay algún dictador o golpista que no haya alegado la responsabilidad para poner su orden en el caos? Y, en todo caso, de ser así, ¿por qué no concedía la señora Barceló idénticas buenas intenciones y alto sentido de la responsabilidad cuando Zaplana en su día hizo algo parecido? o ¿acaso la famosa tránsfuga socialista, Maruja, no dejó en minoría a Catalán Chana provocando el caos? o ¿es que no ha sucedido igual en las demás alcaldías que el PP ha arrebatado al PSOE? Adornar de virtudes a los propios y acusar de vicios a los ajenos ante acciones similares es más propio de personas con mentalidad totalitaria que democrática. Lo democráticamente correcto es denunciar ante la opinión pública las prácticas antidemocráticas –como hicimos todos los demócratas en el desalojo de la alcaldía de Catalán Chana por parte del señor Zaplana- y jamás sumarse a ellas.
          Asimismo, la señora Barceló, aunque admitía que la política se basa en confrontar ideas y formas de entender el mundo y la vida, manifestaba que no basta con explicarlas, que el político debe pasar a la acción con el objetivo de alcanzar el gobierno para, desde allí, transformar la realidad según sus convicciones y no esperar a que éstas encajen en la realidad por arte de magia. ¿A qué tipo de acción se refería? ¿Les suena a algo? En democracia, como es el caso, sólo cabe la acción de intentar convencer a la mayoría de la ciudadanía para alcanzar el poder y ello sólo se consigue a base de explicar tus proyectos, denunciar desde la minoría las prácticas perversas del que lo detente y tener una conducta personal acorde con lo que predicas.
          Finalmente, la señora Barceló mantenía que la responsabilidad de un político ante la ciudadanía le exige, sin dejar sus principios morales, velar por los intereses de los electores y se preguntaba “¿cómo va a convencer el PSPV-PSOE a los votantes de la validez de sus ideas…de sus proyectos y de la capacidad de sus dirigentes si no alcanza el gobierno…si renuncia a poner todo ello en práctica alegando un puritanismo moral que choca brutalmente con la realidad?” y se contradecía añadiendo que “los ciudadanos necesitan políticos decididos, que resuelvan sus problemas…que con convicciones firmes y dignas sean capaces de proceder con contundencia cuando la ocasión lo requiere”. Me pregunté y ahora me pregunto, ¿se vela por los intereses de los electores prostituyendo su mandato democrático? ¿Sólo se convence a los votantes si se está en el gobierno? ¿Vale todo para conseguirlo?. Desde esta visión miope de la democracia, es coherente apelar a la renuncia de los principios cuando choquen con la realidad, es decir, cuando los votantes no los apoyen al ser incapaces de entender la bonanza de los mismos –los de los demás, por definición, son perniciosos-; en tal caso con votantes susceptibles de ser engañados, una vez conseguido el gobierno como sea, ya habrá tiempo de derramar sobre ellos todos los parabienes de los programas y proyectos que, en su momento, fueron incapaces de comprender.
          Por este peligroso camino del pragmatismo sin escrúpulos, adobado de un ideario cuando conviene, se está cerca de asumir que el fin justifica los medios. Es la teoría de los visionarios, de los populistas radicales, de los salvapatrias y salvapueblos, de aquellos que, creyéndose poseedores de la verdad absoluta, han cometido las mayores atrocidades a lo largo de la Historia cuando, de una u otra forma, han conseguido auparse a las más altas instancias del poder, único modo, según ellos, de transformar la realidad según la particular visión que tengan de la misma.
          En todo caso, el pueblo, afortunadamente, tiene la última palabra. Incluso la de optar por caminos peligrosos. Es la grandeza de la democracia, que incluso ampara a aquellos que no creen en ella y, en el mejor de los casos, simplemente la utilizan. No sería la primera vez que en la Historia algunos pueblos han elegido el camino equivocado aunque después hayan tenido que lamentarlo. A veces, demasiado tarde y con muchos sufrimientos.
          Yo, a pesar de todo, prefiero seguir pensando que lo sucedido en Benidorm es sólo un derrape ideológico de la señora Barceló, aunque, desgraciadamente y como excepción, lo haya asumido todo el partido en esta ocasión.
                                    Fdo. Jorge Cremades Sena

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