miércoles, 23 de noviembre de 2011

BATACAZO ELECTORAL SIN PRECEDENTES


            El éxito sin precedentes del PP de Rajoy en las elecciones generales, que le va a permitir gobernar con la más amplia mayoría de su historia con 186 escaños, queda eclipsado por el estrepitoso batacazo sin precedentes sufrido por el PSOE de Rubalcaba, que con 110 escaños se sitúa por debajo de los apoyos obtenidos en la predemocracia. Una espeluznante derrota que ni los más pesimistas se atrevían a vaticinar a pesar de estar cantado el triunfo popular. La bajada socialista de votos y escaños en todas y cada una de las CCAA contrasta con la subida o el mantenimiento de los populares en cada una de ellas, salvo en Asturias, donde ambos partidos bajan, al extremo de que sólo en dos circunscripciones provinciales, Barcelona y Sevilla, el PSOE es el más votado, aunque perdiendo apoyos. Algo impensable hace poco más de un año. Aunque quienes pensaban que era imparable el tsunami azul, se equivocaron estrepitosamente. El PP ha incrementado sus apoyos alrededor de medio millón de votos, mientras el PSOE ha perdido más de cuatro millones. Es pués más acertado concluir que el PSOE ha perdido por méritos propios, en tanto que al PP sólo le ha bastado con mantener su suelo electoral e incrementarlo mínimamente, sin que ello reste ningún mérito a su aplastante mayoría absoluta. Pero el beneficiario directo del autodescalabro socialista no ha sido el PP, que sí lo es al repartir los escaños, sino los partidos minoritarios -especialmente IU y UPyD- y los nacionalistas -especialmente PNV, AMAIUR y CiU- quienes, aprovechando las erróneas estrategias socialistas, han añadido una dosis de confianza a su coherencia estratégica e ideológica frente a los devaneos y frivolidades de un PSOE que, al menos, debe aprender, entre otras cosas, que es imposible absorber y soplar al mismo tiempo.
            Algunos hemos manifestando, pública y reiteradamente, la deriva insostenible del zapaterismo y ahora lamentamos la cruda realidad, sobre todo los que somos socialistas, al constatar que, desgraciadamente, acertábamos frente a aquellos que, vaya usted a saber porqué, defendían lo indefendible. Algo que se veía venir y de forma muy clara con el descalabro sufrido en las últimas elecciones locales, mientras los dirigentes socialistas, con el beneplácito de sus palmeros, no hicieron nada para remediarlo. Tan evidente como que un partido que gobierna en España y tiene vocación mayoritaria ni puede, ni debe, ensimismarse en estrategias ideológicas o nacionalistas radicales, más allá de lo razonablemente aceptable por la mayoría ciudadana, claramente de centro, como en el resto de los países desarrollados, que prefiere soluciones moderadas -hacia la izquierda o derecha, o el autonomismo- frente a aventuras radicales ideológicas o nacionalistas que puedan poner en riesgo la estabilidad y el bienestar que, a pesar de todo, disfrutan dichas sociedades. Tan obvio como que, en todo caso, puestos a jugar al radicalismo, siempre es mejor apostar por sus genuinos representantes que por los sucedáneos de peor calidad y menos creíbles. Ello puede explicar, en parte, el descalabro socialista frente a IU, UPyD, AMAIUR o CiU que por primera vez gana en unas generales al PSOE en Cataluña. Craso error creer que de movimientos radicales, como los indignados, o de nacionalistas auténticos, se puden arañar votos jugando a su juego y abandonando tu proyecto socialdemócrata mayoritario. Basta recordar el experimento del tripartito, las luces y sombras en el tema vasco o los fogonazos de un izquierdismo que al final defrauda la esperanza regalada a muchas gentes por su inviabilidad real.
            También hemos manifestado que la pésima gestión de la crisis por un gobierno claramente incapaz e incompetente, cargado de ocurrencias y despropósitos, de vaivenes e incoherencias, carente de autocrítica y de previsión, y culpando de todos los males a causas ajenas, arrastraría, no sólo a la economía a la pésima situación actual, sino también al partido que lo sostiene, el PSOE, a un callejón de difícil salida. Desgraciadamente así ha sido. Un partido que, ante el claro aviso de las elecciones locales, ha preferido perpetuar el denostado zapaterismo, aunque sin Zapatero, designando como sucesor a Rubalcaba, uno de sus más cualificados protagonistas, en vez de convocar un congreso, como ha hecho ahora –supongo que para erradicarlo-, sólo puede aportar falta de credibilidad. Más aún si éste basa la campaña en el terror, que nadie cree, e intenta ocultar sus responsabilidades inmediatas para resucitar sus responsabilidades remotas durante el felipismo que, en su ocaso, tampoco fueron dignas de alabanza, obligándose finalmente a ir modificándola para acabarla al fin en clave interna. Ni los niños condenados a la mala educación, ni los pacientes muriendo en los quirófanos, ni los ajustes reales –para Rubalcaba, recortes- en las CCAA gobernadas por el PP y en Cataluña por CiU, ni las protestas, ni las huelgas… han restado apoyos a populares o convergentes, sino todo lo contrario, dejando a Rubalcaba y a Chacón en evidencia. Ambos, ni siquiera con los mal disimulados mimitos, han podido ocultar la fractura interna dentro del propio zapaterismo y, como genuinos representantes del mismo, quedan invalidados, a mi juicio, para liderar el futuro de un PSOE que urgentemente necesita pasar página de tan deprimente proyecto, lo que requiere casi una refundación o, al menos, una sólida renovación. Así lo apuntan ya algunos de los tertulianos habituales propios que, hasta la fecha, se dedicaban a defender lo indefendible. Bienvenidos sean a lo razonable. Ojalá también lo hagan los militantes socialistas. No va a ser fácil a estas alturas, pero más vale tarde que nunca.
                                    Fdo. Jorge Cremades Sena 

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