martes, 6 de agosto de 2013

QUE CAMERON SEA DURO Y RAJOY TENGA CALMA

       Mientas Rajoy da una vuelta de tuerca al recorte de subvenciones a los sindicatos, reduciéndolas un 50%, y se van conociendo algunos detalles del jaleo montado con el indulto del pederasta, de nuevo preso y a disposición de la Audiencia Nacional, para que adopte las medidas legales pertinentes sobre su futuro, el conflicto entre España e Inglaterra por el asunto de Gibraltar sigue copando el interés nacional e internacional. No es para menos.
Lo que realmente llama la atención es la distinta reacción que, ante el contencioso gibraltareño, tienen los británicos y los españoles. Mientras que los primeros, comenzando por los partidos políticos, respaldan a Cameron de forma casi unánime, los segundos ponen trabas a Rajoy por su contundencia a la hora de reavivar el conflicto, respondiendo a las enésimas provocaciones de los gibraltareños, en este caso, por tirar al mar bloques de hormigón que impiden el normal desarrollo pesquero de los españoles en la zona, en unas aguas que, como mínimo, no son de su jurisdicción de forma clara y contundente. Tampoco lo era la zona neutra en que se construyó el aeropuerto y, ya ven, los hechos consumados, si nadie se opone enérgicamente, al final quedan consolidados. Cameron, preocupado obviamente por el anuncio de Margallo de que piensa ser estricto en la aplicación de la legalidad y tomar determinadas medidas para evitar o reducir las actividades ilícitas de la zona, es respaldado casi sin fisuras por los ingleses, comenzando por los laboristas desde la oposición. En cambio Rajoy es cuestionado o, al menos, criticado, por una buena parte de españoles, incluidos los independentistas y buena parte de la oposición. A Cameron le piden los suyos que sea duro, mientras a Rajoy se le pide que tenga calma. Es evidente que la respuesta de los ingleses ante asuntos de interés nacional o cuestiones de estado, nada tienen que ver con la respuesta de los españoles ante asuntos similares. A veces me pregunto si no somos nosotros mismos los principales culpables de las cosas que nos pasan. Ya se sabe que la posible solución no pasa por activar un conflicto armado, pero lo que es seguro es que tampoco pasa por una permanente bajada de pantalones ante las provocaciones. Al menos, el apoyo unánime a determinados gestos de firmeza reivindicativa sobre la soberanía de Gibraltar, aunque sólo sea como medida de presión para que los británicos no lo tengan tan fácil, debiera ser algo que se da por hecho. ¿Qué harían los ingleses en caso contrario? Pues, eso, júzguenlo ustedes.
Quienes por encima de las razones de estado, cuestiones de soberanía en litigio con otro estado y asuntos que afectan a todos los ciudadanos en general, prefieren priorizar sus legítimos derechos de crítica a quien gobierna para, en beneficio propio, erosionar los apoyos del gobernante, como mínimo, actúan de una forma más que irresponsable. Hay cuestiones que deben estar muy por encima del legítimo conflicto ideológico-partidario. En cualquier país civilizado, incluyendo a Inglaterra, lo tienen bien claro. En España, no.    
 Es tal mi indignación que prefiero no comentar el resto de noticias que, desde mi punto de vista, debieran merecerlo. 
Cada vez tengo más claro que vamos cuesta abajo y sin frenos por una pendiente peligrosa con destino hacia la nada.


                        Jorge Cremades Sena. 

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