viernes, 18 de octubre de 2013

DEL CASO FAISÁN A LA EUFORIA DE BOTIN

                        Al final el tan traído y llevado “caso Faisán”, es decir, el famoso chivatazo a ETA por parte de las fuerzas de seguridad del estado para evitar que tuviera éxito una redada en plena negociación del gobierno de Zapatero con la banda asesina durante el “proceso de paz”, se salda desde la Audiencia con mínimas penas para los dos policías que, finalmente, han sido los únicos condenados por el turbio asunto. Penas de año y medio de prisión que evitan que nadie vaya a la cárcel, al desestimar el tribunal el delito de “colaboración con banda armada” y condenarlos sólo por “revelación de secretos”. Sin entrar en más detalles, una sentencia polémica que las víctimas del terrorismo califican de “infame”, los populares, aunque con la boca pequeña, la critican ya que consideran responsables a los altos cargos del ministerio de Interior del gobierno socialista, y los socialistas simplemente callan, aliviados de que las cosas queden así.
            Y siguiendo con los asuntos judiciales, aunque por otro tipo de delitos, resulta que la jueza Alaya, la de los EREs, tiene que llevar escolta como medida preventiva ante el acoso que viene sufriendo desde que en su investigación ha metido en cintura a destacados dirigentes sindicalistas. Mientras siguen apareciendo datos, como el desvío por parte de CCOO de subvenciones para “la mejora de las condiciones de trabajo en Andalucía” a comidas y viajes que nada tienen que ver con tan noble propósito, o como el amaño por parte de UGT de una factura para cargarle a la Junta el coste de varios miles de libros de su noveno congreso, los líderes sindicalistas asumen semejantes anomalías como “errores” en el peor de los casos y alguno de ellos se permite calificar a Alaya como “la continuidad de los tribunales franquistas”. Sin comentarios. Para algunos ha valido de poco las décadas de democracia que llevamos vividas. El problema es que el truco del franquismo ya no funciona y hay que hacer algo más que achacar a la ya histórica dictadura todos los males para ganarse la credibilidad de los trabajadores. Por ejemplo, no destinar partidas para mejorar sus condiciones de trabajo en otras cosas, o, por ejemplo, siendo un modelo de trasparencia en la gestión del dinero público que, con el esfuerzo de todos, ponemos en sus manos, o, por ejemplo, no cometiendo tantos “errores” (esto último hasta se lo exigen muchos de los que suelen funcionar casi a “piñón fijo” en el apoyo a los sindicatos).
            Tampoco andan mucho mejor los partidos políticos. Ni los nuestros, ni los norteamericanos, quienes en el último momento han conseguido un acuerdo de mínimos aplazando la suspensión de pagos de EEUU hasta febrero, que no solucionando el problema. Obama acusa a los republicanos de haber dado un “espectáculo” ante el mundo y apela a la unidad política en asuntos de estado tan importantes. Nosotros, como estamos acostumbrados a los espectáculos políticos, pasamos olímpicamente de ellos, como el plantón de Artur Mas a la vicepresidenta Santamaría y a los empresarios catalanes por un asunto de protocolo ya que, aunque la vice asista en representación de Rajoy, es decir, como presidente en funciones, el catalán considera que al no tratarse del presi en persona él es la máxima autoridad. En fin, un asunto o agravio más para añadir a su lista. Entretanto, Santamaría llama a la lealtad y en el PSOE, hasta el mismísimo Vara, desde Extremadura, manifiesta, como venimos diciendo algunos, que “el votante catalán del PSOE tiene la sensación de que no estamos allí”. Y no le falta razón.
            Y hablando de España y EEUU, precisamente en New York, el señor Botín ha sufrido un ataque de euforia sin precedentes. “El dinero llega a España de todas partes, es un momento fantástico”, ha dicho el banquero. Seguro que discrepan de él los millones de parados, que cada vez incrementan el grupo de quienes ni tienen subsidios de desempleo, las CCAA a quienes el Gobierno les impone otros 17.500 millones para ajustar el déficit, los ayuntamientos, que tendrán más impuestos y menos gastos, los trabajadores y funcionarios que, a pesar de lo que diga Montoro, ven disminuidos sus salarios, los pensionistas, que pierden poder adquisitivo, los autónomos, que no pueden financiar sus pequñas empresas o negocios, los trabajadores de Fagor y otras tantas empresas, que ven amenazado su futuro…y uno tras otro, la inmensa mayoría de los españoles. Una cosa es reconocer y alegrarse de que las cifras macroeconómicas en España van mejorando de forma ostensible y, otra bien distinta, echar las campanas al vuelo ya que las economías familiares, menos la de Botín y alguno más como él, se las ven y se las desean para llegar a fin de mes. Ni tanto, ni tan calvo. Si, como dice Botín, el dinero llega a España de todas partes, habrá que preguntarle que quién se lo queda, pues, de momento, pocos son los españoles que disfrutan de él, ni en concepto de salarios, ni en concepto de créditos o subvenciones con qué financiar sus vidas y sus empresas de forma desahogada. En fin, quienes, con crisis o sin ella, sólo tienen el problema de calcular en cuantos cientos de miles o millones de ganancia les ha afectado, tras comparar los balances de resultados de sus negocios con los del año anterior, puede que no entiendan demasiado sobre las dificultades perentorias que pasan, día a día, quienes, a diferencia de ellos, sobreviven sin que les llegue un ápice de ese dinero que llega a España de todas partes.


Jorge Cremades Sena

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