domingo, 13 de octubre de 2013

MISIÓN IMPOSIBLE

                        Una nueva tragedia sacude las conciencias de los europeos e indigna especialmente a quienes tienen que enfrentarse casi a diario a la misión imposible de impedir la entrada en Europa a los depauperados habitantes de los países vecinos subdesarrollados. Un nuevo naufragio, esta vez de un carguero, cerca de Lampedusa y Malta deja varias decenas de muertos, sumándose a la tragedia de hace unos días, y a otras y otras anteriores, que conforman este laberíntico infierno sin nombre, que inunda el Mediterráneo de cadáveres flotantes, sin nombre. Italia y Malta ya no pueden más y culpan a la UE de esta perenne tragedia, sin nombre, que abochorna e invalida cualquier proyecto europeo desde el punto de vista humano, político y social. Es obvio que la UE tiene que cambiar urgentemente de estrategia contra esta inmigración inevitable, que, por un lado, reaviva los populismos xenófobos y la insolidaridad interterritorial, y, por otro, deshumaniza el rostro de los gobiernos europeos democráticos, incapaces de diseñar otra estrategia que la de nacionalizar a los inmigrantes muertos para enterrarlos y devolver a los vivos a los infiernos de los que huyen. Una estrategia que pasa, inevitablemente, por aliviar en origen la dramática situación que viven estas gentes en sus países y que, por tanto, se ha de basar en un mayor esfuerzo de cooperación y ayuda al desarrollo (casi abandonado por causa de la crisis), en un mayor control de las partidas con carácter finalista, tanto de las ayudas como de inversiones en proyectos productivos, y en una mayor reciprocidad en el cumplimiento de los compromisos adquiridos mediante acuerdos bilaterales o multilaterales con los gobiernos afectados.
            Y mientras continúa la tragedia de la inmigración, se reestrena una y otra vez, poniéndolo en escena, el drama español. La multitudinaria concentración en Barcelona con motivo del 12 de octubre, reafirmando la identidad catalana y española, contrasta con la multitudinaria manifestación, celebrada hace un mes en la Diada, reafirmando la identidad catalana como excluyente de la española (Ver artículo “Som Catalunya, somos españoles” en blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/). Una esquizofrenia política que está creando verdaderas fisuras en algunas formaciones políticas y una división inadmisible en la sociedad catalana, alimentada por tertulias televisivas en las que algunos personajes, como la ex diputada Pilar Rahola, se permiten decir todo tipo de barbaridades, poniendo el ilegal proceso de Artur Mas como ejemplo de democracia y avalando el desacato a la Constitución (es interpretable, dice, omitiendo que, en todo caso, la debe interpretar el TC, como hizo con el Estatut, y no ella), en una especie de clase magistral de democracia, como dice Mas, por encima de “leyes y constituciones”. Un verdadero drama, totalmente irracional, en el que los distintos partidos políticos, supuestamente democráticos y constitucionalistas, prefieren ahondar en sus diferencias partidarias, salvo alguno de ellos, perdiéndose en matices irrelevantes, mientras que CDC.ERC, aparcando sus abismos ideológicos, concentran todo su esfuerzo en el proyecto independentista…y luego ya veremos. Que la concentración multitudinaria del 12-O sólo contara como avalistas políticos con el PP y Ciutadans es deplorable. Que algunos de los ausentes en una convocatoria con el lema “Som Catalunya, somos España”, siguiendo a una gigantesca bandera mitad española y mitad catalana, tachen a los convocantes de generar la “catalanofobia”, cuando se callaron o participaron en la convocatoria con el lema “Vía Catalana”, plagada de esteladas ilegales, cuyos convocantes mantienen un permanente rosario de acusaciones e insultos al resto de españoles desde hace demasiado tiempo (resumido en el España nos roba) es un ejercicio de cinismo intolerable. Un cinismo que, inevitablemente, pagarán en las urnas, no sólo en Cataluña, sino también en el resto de España. Hay temas con los que no se juega, ni se hace trampas. O estas en una orilla o en la otra; o te vistes o te desnudas. . . lo que no se puede hacer es bañarte y guardar la ropa. Al final, inevitablemente, se te ve el plumero.



                                               Jorge Cremades Sena

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