viernes, 1 de noviembre de 2013

COPAS INSTITUCIONALES DE TRABAJO

                        Si no fuera por la gravedad del asunto hasta tendría cierta gracia cómo denomina la UGT-A sus fiestas y francachelas, pagadas por todos los ciudadanos a través de la Junta de Andalucía. El sindicato que, a golpe de nuevas informaciones, va reconociendo con cuenta gotas que solía cobrar “mordidas” a los proveedores en las facturas pagadas por la Junta, ya que “si hay descuentos son para el sindicato”, entiende asimismo con absoluta normalidad que las comilonas y bebidas de la Feria de Sevilla, entre otras francachelas, fueran sufragadas por la Junta ya que están consideradas como “copas institucionales de trabajo”, lo que, tratándose de un sindicato de trabajadores, nadie puede discutir que semejante actividad institucional quede fuera de sus directas competencias. No extraña que, cuando la jueza Alaya imputara a algunos de sus dirigentes por presuntas actividades delictivas, algunos sindicalistas se concentraran en el juzgado para acosarla e insultarla; seguramente nadie le explicó a la jueza que, como estas “copas institucionales”, algunas de las imputaciones por actuaciones presuntamente delictivas, entran dentro de las actividades institucionalizadas del sindicato en defensa de los trabajadores como, por ejemplo, cargar a la Junta el coste de los autobuses de una manifestación que, obviamente, no sería contra la Junta (sería ya el colmo) sino contra el Gobierno de derechas de Rajoy, que, según el Secretario General del PSOE en Córdoba, se ha convertido en un “estado de excepción” que “ni hace prisioneros ni deja heridos” pues “solamente sabe matar”. Ya ven, todo justificado.
            Lo que tiene poca justificación es que Celia Villalobos, la vicepresidenta del Congreso y famosa por su manifiesta parcialidad a la hora de dirigir los debates (por cierto, procedente del mundo sindical en sus años mozos), haya enviado miles de cartas del PP costeadas por la Cámara Legislativa, aunque supongo que, salvo que el fiscal que lo está investigando demuestre lo contrario, negará haber cometido semejante fechoría desde su alta posición institucional. ¿Acaso no niega el PP el cobro de 200.000 euros que la mismísima Cospedal admitió que les dio Bárcenas?
            Y lo injustificable, se mire por donde se mire, es lo que sucede en torno al contenido de la consulta ilegal en Cataluña que está dividiendo a sus partidarios a medida que se estrecha el cerco de la irresponsabilidad manifiesta de convocarla sin tener competencias para hacerlo. Menos mal que Roca, padre de la patria (española) como ponente de la vigente Constitución y actual abogado defensor de la Infanta Cristina, nos arroja algo de luz, añadiendo nuevas aristas de irresponsabilidad en el asunto. Tras fracasar en 1986 con su experimento de Partido Reformista Democrático de ámbito nacional español, encabezando la candidatura a presidente de Gobierno, que tanta pasta nos costó a todos los españoles al no obtener representación alguna en el Congreso, viene ahora apostando por una consulta separatista, avalada en que “no hay ningún valor en la Constitución que impida escuchar lo que quiere la voz del pueblo”, ocultando que, siendo cierto lo que dice, se refiere estrictamente al pueblo español, depositario, con el beneplácito de su personal aportación constitucional como representante de CiU, de la soberanía nacional que, en ningún supuesto (y menos para un asunto de secesionismo) puede ejercer una parte del mismo. Como además manifiesta que le irrita más aún que quieran discutirle que “Cataluña se declare nación o no nación” y añade al respecto “¿pero, qué se han creído?, me siento nación y digo que soy nación”, se coloca en el terreno de la irracionalidad sentimental del proyecto independentista. Sólo cabe contestarle, como al resto de secesionistas, que puede sentirse lo que le venga en gana (aunque sentirse nación a sí mismo es digno de un análisis psiquiátrico) y decir lo que se le ocurra, pues razonar sobre los sentimientos de cada uno, por absurdos que sean, no conduce a ninguna parte.
            Tampoco conduce a ninguna parte a quienes titubean ante tan sólidos argumentos. Es el caso del PSC, claramente desgajado del PSOE, al romper otra vez la disciplina de voto en el Congreso ante una iniciativa, presentada por Rosa Díez, apoyando el “derecho a decidir” de todos los españoles, lo que ha desatado un clamor generalizado en los viejos socialistas para que se le haga entrar en razones o, en caso contrario, presentar una verdadera candidatura socialista en Cataluña, bien diferenciada de la corriente nacional-socialista que hoy domina al PSC. Y menos mal que Susana Díaz presionó a Rubalcaba para que el PSOE apoyara la iniciativa parlamentaria y no se abstuviera, arrastrado por los socialistas catalanes. La hemorragia de votos hacia otras opciones en España hubiese sido ya intolerable, pues el PSC “ya no es un partido socialista”. Queda la duda de si lo es el PSOE.
            Quienes sí lo tienen claro son los etarras que no reconocen la autoridad de los tribunales españoles cuando les juzgan, pero recurren a ellos para que le garanticen sus derechos. Es lo que ha hecho Inés del Río al solicitar que se le conceda el subsidio correspondiente. Otro vacío legal que puede traer cola en el futuro, aunque parece ser que el gobierno va a modificar la Ley para que los terroristas excarcelados no lo perciban, poniendo el requisito de haber satisfecho la responsabilidad civil para concedérselo.
            También lo tienen claro los tertulianos de piñón fijo, como un tal Pablo Iglesias, azote del PP y del PSOE (y de todo este sistema democrático capitalista), que sólo se siente incómodo ante la noticia de que el venezolano Maduro (santo de su devoción y de la de Jorge Vestringe) dice que la cara de Chávez se le ha aparecido en un túnel del metro con una mirada que es la mirada de la patria que está en todos lados (para que aprendan los independentistas españoles). Si le repulsan los gobernantes al uso en Occidente y sólo le incomodan los que, como Maduro, rigen los destinos de sus pueblos inspirándose en estos fenómenos paranormales a través de pajaritos y apariciones en las paredes que les comunican con el más allá, no me cabe ninguna duda que los razonamientos que utiliza son, como mínimo, mucho más convincentes que los que utilizan los independentistas, que no cuentan con el asesoramiento cotidiano de sus antecesores y se tienen que conformar con las anacrónicas doctrinas que dejaron escritas. ¡Lástima que en España en vez de tener pajaritos y caras rupestres angelicales y benéficas, tengamos pajarracos y caraduras por todas partes!.


Jorge Cremades Sena

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