miércoles, 6 de noviembre de 2013

FABRA Y WERT, PROTAGONISTAS

                        Ni la comparecencia del director del CNI en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso, que, como su nombre indica, desconocemos su contenido, salvo que sus explicaciones han dejado contentos a sus miembros; ni las noticias sobre la Cataluña de Mas, tras pactar con ERC nuevos impuestos y privatizaciones, haciendo recíproco homenaje a sus respectivas ideologías; ni el pulso entre Guindos y la Banca por la elección del presidente de la AEB, que finalmente se inclina por el ministro ante la renuncia de Roldán a presidir la patronal bancaria; y, ni siquiera, el permanente trasiego de los casos de corrupción en curso, que hoy pivotan sobre la probable imputación de la Infanta y el rifirrafe entre Bárcenas y Cospedal por el asunto de la financiación de su campaña en Castilla-La Manha, quitan protagonismo a Fabra, el Presidente de la Comunidad Valenciana, y a Wert, el Ministro de Educación. Tanto monta, monta tanto. Entrambos acaparan el interés mediático.
            Fabra anuncia el cierre de Canal 9, la televisión valenciana, levantando ampollas entre tirios y troyanos. La anulación del ERE para unos mil trabajadores de su plantilla por parte del TSJ de Valencia, que da la razón a los trabajadores, por lo que, obviamente, habrían de ser readmitidos de nuevo, es la causa del cierre final. Fabra alega que, tal como está el patio, su gobierno no puede gastar más de 110 millones al año en detrimento de los servicios sociales. Al ser echada por tierra su pretensión de hacer viable Canal 9 con los ochocientos trabajadores no afectados por el citado ERE, que ni trabajadores ni sindicatos aceptaban, cierra el chiringuito y todos a la calle, convirtiendo a la Comunidad Valenciana en la única con lengua propia cooficial sin una televisión autonómica. Imaginen lo que dirán los catalanes con un entramado de más de media docena de televisiones públicas o los andaluces con la mitad de ellas aproximadamente, así como el resto de CCAA. Sin entrar en un análisis más profundo, que no es objetivo de los comentarios de este blog, se puede concluir que ni tanto ni tan calvo. Ni se pueden sobredimensionar las plantillas de las televisiones públicas (o mantener varias cadenas), al extremo de hacerlas inviables económicamente y socialmente ineficaces (como sucede con tantísimos entes públicos de otra naturaleza), ni se puede cortar por lo sano suprimiendo tajantemente un servicio que, en sus justos términos y bien gestionado, puede y debe cumplir un importante papel social y cultural. En todo caso, este episodio debiera hacer reflexionar a los gobierno autonómicos y a los sindicatos, no sólo en la responsabilidad última de resolver una situación insostenible, sino también en la de haber permitido a lo largo de los años que se desarrolle. Es obvio que ni estuvieron entonces, ni han estado ahora, a la altura de las circunstancias.
            Y, hablando de no estar a la altura de las circunstancias, quien se lleva la palma es el ministro Wert y, en definitiva, el gobierno de Rajoy. Tras retirar ayer mismo las becas Erasmus a miles de alumnos, que ya las tenían concedidas y las estaban disfrutando, ha sido tal el escándalo que hoy ha tenido que volverlas a conceder. Por encima de un plan de becas de cara al futuro, siempre discutido y discutible, por encima de los criterios de su concesión, que pueden ser cuestionados, lo que es inadmisible e intolerable es dejar tirados a alumnos en el presente, asesinando sus expectativas, que el mismísimo gobierno les había dado y que, por tanto, ya disfrutaban en sus respectivos destinos. No se le ocurre ni al que asó la manteca. Pero a Wert, sí. Y, lo que es peor, la rectificación inmediata, que tanto el PP como el Gobierno le han exigido, sólo demuestra una intolerable descoordinación gubernamental y una especial torpeza por parte del titular de Educación que nadie rectifica a priori. Ni la naturaleza de la medida, ni la cuantía económica, ni la oportunidad de la misma, tras la movida por la reciente aprobación de la LOMCE, justifican la absurda decisión de Wert, para que sus propios colegas le tengan que dejar en evidencia obligándole a rectificar. No me cabe ninguna duda, ni tengo razones para dudar sobre la capacidad intelectual de Wert, pero sí de su incapacidad como comunicador, que le invalida como gobernante. No en vano sigue siendo el ministro peor valorado de todo el gobierno.
            A quien parece importarle un pepino estar o no a la altura de las circunstancias es a Artur Mas que, a pesar de la grave situación económica que atraviesa especialmente Cataluña, no tiene reparo alguno en doblar la partida presupuestaria para sus embajadas, entre otras partidas claramente identitarias. La identidad, inventada o real, está por encima de las necesidades básicas, no satisfechas en miles de catalanes que lo están pasando muy mal. No en vano, según publica algún diario, los empresarios catalanes prefieren contactar con Montoro y no con Mas para verificar el calendario de pagos ante la falta de liquidez de la Generalitat, que, entre el Fondo de Liquidez Autonómica y el plan de proveedores ya ha recibido por parte del Estado 20.904 millones de euros.


Jorge Cremades Sena

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