viernes, 17 de enero de 2014

"NACIONALISMOS EXTREMOS"

                        Mientras el Parlamento de Cataluña cursa la petición suicida al Congreso de los Diputados de que se le otorguen poderes para celebrar una consulta soberanista, sabiendo que por mayoría más que absoluta no se le va a otorgar, y mientras ERC advierte que “esta es la última oportunidad para el Gobierno” cabe preguntarse para qué es esa generosa última oportunidad. ¿Para qué Rajoy convenza a la mayoría de la Cámara? ¿Para qué PP y PSOE cambien de criterio al respecto? ¿Para qué lo haga el resto de partidos que no comparten el objetivo?... ¡Para qué! Y, si esta última oportunidad que concede ERC antes de perdonarle la vida al Gobierno, al Congreso o al Espíritu Santo, no es del gusto del independentismo al triunfar la democracia… ¿qué va a hacer ERC y el resto de soberanistas al ver derrotada de forma democrática su propuesta? ¿Qué va a hacer Artur Mas y CíU? Esta es la verdadera cuestión. ¿Van a acatar las reglas de juego establecidas o se las van a seguir saltando de palabra y obra como hasta ahora? Entretanto Durao Barroso insiste en que la independencia conlleva, como nuevo Estado, la salida automática de la UE y alerta del peligro de los “nacionalismos extremos” como si hubiera nacionalismos no extremos, solidarios, pacíficos y democráticos. Como tengo la certeza de que Barroso conoce perfectamente la Historia, no me cabe duda de que sus palabras son un eufemismo bondadoso para no herir sensibilidades. Casualidad que dichos acontecimientos coinciden con la visita que Maroni, presidente de la Liga Norte de Italia, hace a Artur Mas en Cataluña y, ante el claro objetivo euroescéptico del italiano, además de otras “virtudes” que le adornan como por ejemplo sus ramalazos xenófobos, el catalán no ha dudado en manifestar que “no existe ningún debate sobre la continuidad de Cataluña en el euro” y destacar la “enorme riqueza” que supone para Cataluña “estar conformada por ciudadanos de procedencias tan diferentes, de España, y también de otros países de Europa y del resto del mundo”. Y se queda tan a gusto. ¿Acaso no se le ha dicho por activa y pasiva el riesgo que corre Cataluña si consiguiera la independencia? Da igual. Con el nacionalismo independentista no caben razones. Es inútil perder el tiempo en ello. No extraña que ahora le salga un nuevo aliado a Artur Mas, se trata de Gordillo, el líder sindical campesino andaluz conocido por los asaltos a fincas y supermercados, que mantiene que Andalucía tampoco es España. Se remonta a Tartessos, pasando luego por Al Andalus, para justificar y razonar este nuevo ramalazo nacionalista del sur.
            Lo que extraña sobremanera es que el PSOE no haya tomado ya medidas para presentarse en Cataluña de forma libre y autónoma. Si los tres diputados díscolos, más el alcalde de Lérida y todos los que ahora les apoyan defienden un nacionalsocialismo (dicho en términos de prioridad de objetivos, nacionalismo y luego socialismo) es obvio que, salvo que todo sea ya inexplicable, no son éstos los prioritarios objetivos del PSOE. Menos aún el manifiesto totalitarismo de pasarse por el arco del triunfo las resoluciones mayoritarias del partido. ¿Qué hacen ya sin expulsarlos del mismo? Da igual si se llevan consigo el acta de parlamentarios, siempre será mejor tenerlos como contrincantes externos que como enemigos internos. Como dice algún medio, Artur Mas de momento ha conseguido la secesión, pero la del PSC.
            Por cierto, ante este desmadre autonomista nacional-independentista, ya aparecen nuevos partidos, como el recientemente creado Vox, que plantean abiertamente la desaparición de los parlamentos regionales. Teniendo en cuenta el hartazgo de buena parte de los ciudadanos de que los líderes autonómicos, sus gobiernos e instituciones se dediquen más a generar problemas que a solucionar los existentes, no es descabellado un repunte de centralismo nacionalista español que, al final, perturbaría más aún esta especie de caos institucional-territorial que estamos soportando.


Jorge Cremades Sena

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