miércoles, 26 de febrero de 2014

EL ESTADO DE LA NACIÓN, CADA QUIEN A LO SUYO

                        Todo, absolutamente todo, lo invade el debate sobre el estado de la nación que acaba de finalizar, si nos guiamos por las portadas y los principales titulares de los principales diarios nacionales. Sólo les queda espacio en alguno de ellos para muy pocas noticias como la muerte de un español en Venezuela, tiroteado en las protestas contra Maduro; como la oposición del Supremo a la concesión del indulto a Garzón al no estar arrepentido y al no considerarlo de “utilidad pública”; como el temor en Kiev a que Rusia corte los créditos que había garantizado, dejando a Ucrania al borde de la bancarrota; como la declaración de Barcina, acusando al líder de los socialistas de interceder por empresas en Hacienda cuando era vicepresidente de Navarra; o como que las nueva becas llegan tarde y sólo con parte del dinero. Asuntos importantes que, de no coincidir en el tiempo con el debate sobre el estado de la nación, hubiesen merecido un protagonismo mucho mayor en los distintos medios de comunicación. Al fin y al cabo, tratan de la difícil situación por la que atraviesan, tanto Ucrania como Venezuela, de la absurda y anacrónica figura del indulto, del delicado problema político por el que atraviesa Navarra y de las consecuencias de los recortes que obligadamente ha de hacer el Gobierno español para cumplir con los objetivos comprometidos con la UE. Todos ellos, asuntos que por sí mismos merecerían una especial atención por parte de cualquier observador del acontecer cotidiano que, comprensiblemente, quedan relegado a un segundo plano ante el interesante debate en el Congreso de los Diputados.
            Así, mientras Bruselas duplica la previsión de crecimiento para España en 2014, situándolo en el 1%, tal como hace poco anunciaba el mismísimo De Guindos, se celebra el debate sobre el estado de la nación justo en el ecuador de la legislatura del gobierno de Rajoy. Un debate en que, tanto gobierno como oposición, han tirado de hemeroteca, especialmente Rajoy y Rosa Diez, para avalar su discurso político. Rajoy para demostrar la mejora de la situación respecto al debate del año anterior, Diez para evidenciar que la situación sigue siendo calamitosa, mientras Rubalcaba, Cayo Lara y el resto de grupos negaban sistemáticamente cualquier atisbo de mejora, describiendo una especie de apocalipsis sin aportar ni una sola medida creíble que pudiese significar una seria alternativa a lo que viene haciendo el gobierno.
            Por tanto, nada mejor que los titulares de las portadas de los diferentes medios para atisbar el resultado definitivo de tan interesante debate que, como es lógico, cada cual lo interpreta según el cristal con el que mira: “Rajoy da por acabada la crisis y anuncia estímulos al empleo”, “Rajoy descoloca a Rubalcaba con una gran rebaja de las cotizaciones”, “Rajoy presume de datos y Rubalcaba le culpa del sufrimiento de la gente”, “La ambición de Rajoy derrota al apocalipsis de Rubalcaba”, “Rajoy promete mejoría, Rubalcaba pide realismo” o “Rajoy saca pecho, Rubalcaba, el látigo”….. Poco se puede aportar al posterior debate mediático sobre quién ha vencido en el debate que, en definitiva, es lo menos importante para el futuro de nuestro país. Juzguen ustedes mismos al respecto.               
            Al final, con la vista puesta en las ya cercanas elecciones europeas, el debate ha tenido un evidente ramalazo electoralista que augura por donde pueden ir los tiros de la pertinente campaña electoral. El PP y su gobierno empeñados en hacer ver las mejoras, al menos a nivel macroeconómico, respecto al año anterior y, por supuesto, a la herencia recibida del PSOE; Rubalcaba y el PSOE, empeñados en hacer valer la imagen fija de la situación actual, obviamente delicada (al menos en el asunto del desempleo), desentendiéndose de cualquier responsabilidad al respecto; y, el resto de la oposición, empeñada en zarandear la responsabilidades de unos y otros, haciendo diagnósticos de una complicada realidad pero sin aportar ni la más mínima medida creíble y factible para salir del agujero en el que estamos metidos. En definitiva, todos, absolutamente todos, intentando salir airosos, en la medida de lo posible, en las confrontaciones electorales que se avecinan. Otra cuestión bien distinta es lo que sea más adecuado, objetivamente, para conseguir en el menor tiempo posible situar a España en el escenario del Estado de bienestar que todos deseamos, pero real y sostenible, con arreglo a las posibilidades de nuestra riqueza y no, como antes, a la lotería de que los mercados nos permitan vivir en una falsa burbuja que jamás volverá en el futuro, al menos durante muchos años. Si cada partido, cada gobernante presente o pasado, asumiera con seriedad sus respectivas responsabilidades, otro gallo nos cantaría.  

Jorge Cremades Sena

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