domingo, 30 de marzo de 2014

EL GESTO BÁSICO DEMOCRÁTICO

                        Tanto CiU como ERC mantienen que “votar es el gesto básico de la democracia”, mientras que PP, PSOE y UPyD entienden que han cruzado las líneas rojas y que es antidemocrática una consulta para la “secesión” y, por su parte, IU, manifiesta que no apuesta “por una declaración unilateral de independencia”. Todos llevan parte de razón y, a la vez, carecen de ella. Cierto que el gesto básico de la democracia es votar, pero con arreglo a las reglas establecidas sobre el fondo y la forma de hacerlo, empezando por la propia convocatoria de la consulta  y acabando por los sujetos capacitados para apostar por una determinada decisión. En ese sentido, sí cabría una consulta incluso para la secesión (incluida la declaración unilateral) si la legalidad vigente lo contemplase al haberlo decidido así todos los ciudadanos en el proceso constituyente. Cuestión distinta es que, obviamente, sería una “rara avis”. Por tanto, votar puede dejar de ser el gesto básico de la democracia y convertirse en todo lo contrario si la consulta la convoca quien no es competente legalmente para hacerlo y si está dirigido sobre una parte de la población que no tiene la capacidad legal de tomar la decisión. Ese es “grosso modo” el caso catalán, donde, por cierto, parece ser que unos 700 municipios se disponen a dar sus censos a Artur Mas para que convoque la consulta ilegal, mientras que los servicios de inteligencia alertan de que los nexos entre radicales catalanes y vascos son cada vez más frecuentes.  
            Tampoco es un gesto básico democrático el uso de la violencia en las calles que “in crescendo” se desarrolla últimamente en España. Una izquierda radical “antisistema” que pretende atentar contra el Estado de Derecho, nutriéndose, según informes policiales, de jóvenes del entorno de ETA, Resistencia Galega y los GRAPO, que, reventando las legítimas y legales manifestaciones pacíficas, pueden causar daños irreversibles, pues estos días atrás, como dice el ministro Fernández Díaz, “la brutal agresión a los agentes pudo costar vidas”, lo que sugiere que haya que tomar medidas, dentro de la legalidad constitucional, para evitar en lo sucesivo estos desmanes injustificables. Por si no hubiese habido bastante, nuevos altercados han llenado las calles en Barcelona mientras se daba una protesta a favor de la “desobediencia”, mientras que otra en Madrid, contra la Monarquía, ha tenido escaso eco y asistencia. En todo caso ¡qué se puede esperar de una protesta a favor de la “desobediencia”! Obviamente, la anarquía.
            Y ya que hablamos de la Monarquía, el Rey anda empeñado en impulsar el consenso que diseñó en su día con Suárez y, al respecto, mantiene contactos con los líderes políticos españoles y los ex presidentes del Gobierno. Seguramente anda animado al conocer que, según una encuesta, casi el 63% de la población cree que la muerte de Suárez ha revalorizado la figura del Monarca y que el 90% apuesten por recuperar la unidad. Unidad que debiera comenzar por los propios partidos a nivel interno. Es lamentable que el PSC, por ejemplo, ande a la gresca con el asunto de las primarias que tanto hemos aplaudido, ya que las de la alcaldía de Barcelona han sido impugnadas por el líder socialista Jordi Martí, alegando que pudo haber votantes que ni sabían a lo que iban al colegio electoral, mientras el líder del PP, Alberto Fernández, critica que era patética la imagen de ciudadanos pakistaníes que iban a votar pero “no sabían responder” qué es lo que votaban. Un desastre sin lugar a dudas que no conduce a nada positivo sino todo lo contrario. Sólo falta que en esto de las primarias sea el remedio peor que la enfermedad. Y es que en España somos expertos en chapuzas. Acabamos de saber que, según las actas desclasificadas del FMI, España le pidió en 2009 que no airease los problemas que, por entonces, tenía la banca; 18 días después se intervino la primera de ellas, la de Castilla La Mancha, si mal no recuerdo; el resto de la serie es sobradamente conocido por todos.  
            Por su parte, mientras Putin y su actitud en Ucrania obliga a que la UE se lance a reformas en el terreno de la energía y la seguridad, bastantes descuidadas, Cuba, que al borde de la extrema pobreza se ve obligada a apostar por una especie de capitalismo comunista, da todo tipo de facilidades a los millonarios inversores, sin poner casi ninguna restricción a los empresarios, según una ley que acaba de aprobar la comunista Asamblea Nacional. No sabemos qué reacción tendrá la Venezuela de Maduro, en total convulsión ciudadana, teniendo en cuenta que esta nueva Cuba capitalista-comunista está presente en Venezuela de forma exagerada, desde las fronteras a los cuarteles y en cualquier punto estratégico, controlando incluso hasta el sistema de salud. ¡Y lo que nos quedará por ver todavía!


                                               Jorge Cremades Sena

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