martes, 3 de junio de 2014

ABDICA EL REY, RENACE LA MOVIDA

                        Es la noticia nacional e internacional por excelencia y, prácticamente, ocupa las portadas de todos los diarios y, en España, como único asunto en casi todas ellas. Al parecer, desde que en enero cumpliera sus setenta y seis años, Juan Carlos tenía decidido dar paso a su hijo, el Príncipe Felipe, que en breves días será proclamado rey como Felipe VI. Uno de sus argumentos para justificar su trascendental decisión es que “una nueva generación reclama el papel protagonista” y, especialmente, ante la certeza de que Felipe tiene la madurez y preparación necesarias para asumir la Jefatura del Estado en España, tal como decidieron los españoles en su momento. Desde mi punto de vista, sólo cabe agradecer a Juan Carlos los servicios prestados a lo largo de sus treinta y nueve años de reinado (el periodo más largo, próspero, pacífico y en libertad de toda la Historia de España) y dar la bienvenida a Felipe, quien, desde luego, como primer rey de España con título universitario, es un joven muy bien preparado y educado para cumplir el cometido que tiene asignado en nuestra Constitución. “Mi única ambición: el progreso en libertad de todos los españoles” en boca del Rey saliente, es el juicio de intenciones desde que asumiera ser uno de los principales protagonistas de la llamada Transición para, con el menor coste posible, atravesar el Rubicón que dejaba atrás la dictadura y ofrecia un horizonte de libertad en lontananza. Quienes de forma activa pusimos nuestro pequeñísimo granito de arena en aquel tránsito, bien sabemos de lo que hablamos y debiéramos sentirnos orgullosos de dejar a nuestros hijos un panorama difícil (la libertad nunca fue fácil y mantenerla mucho menos), pero jamás tan oscuro como aquel que desgraciadamente heredamos de nuestros padres. Esta es la realidad, guste a quien guste y pese a quien pese.
            Como era de esperar, nada más hacerse pública ayer la abdicación, partidos políticos como IU, Podemos y Equo se erigen en protagonistas de unas manifestaciones de decenas de miles de personas en toda España ejerciendo su legítimo derecho de reivindicar la República como forma de Estado y de la convocatoria de un referéndum para decidirlo. Sin entrar en el debate Monarquía- República, tan legítimo como otro cualquiera, y sin entrar en la condición de republicano o monárquico de cada uno de nosotros, lo que sí convendría es que, en todo caso, no se mintiera a la ciudadanía al respecto y se argumente con seriedad y raciocinio la defensa de cualesquiera de las opciones. Me imagino las caras de los suecos, noruegos o daneses, por ejemplo, si escucharon a Cayo Lara equiparar República con Democracia, cuando desde sus Monarquías respectivas nos pueden dar lecciones de democracia, progreso y libertad a todos nosotros. Y, viceversa, por ejemplo, en caso de nigerianos, sirios o norcoreanos con sus idílicas repúblicas. ¿Qué pensarán al escuchar a Cayo Lara y compañía? En fin, que muy bien la reivindicación de anoche que, por cierto fue pacífica, como debiera ser siempre, pero sin demagogia y con un poco de seriedad en los argumentos (Os recomiendo leer el post MONARQUÍA O REPÚBLICA, UN DEBATE INOPORTUNO, colgado en mi Blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/ el 18 de mayo de 2013), ya que en temas de envergadura, como es el caso, ni la frivolidad ni la inoportunidad son buenas acompañantes. Los pueblos tienen todo el derecho a equivocarse, pero sus gobernantes y sus representantes políticos no tienen derecho a engañarlos y conducirlos a determinados precipicios. Guste o no guste, como dice Rajoy, “Quien no quiera Monarquía que plantee una reforma de la Constitución”, máxime si de lo que se trata en estos momentos es de la sucesión al trono tras la abdicación del rey, prevista en nuestra democrática Constitución y normal en cualquier otra Monarquía Parlamentaria, donde, como aquí, también hay republicanos, aunque, eso sí, que no mienten a sus conciudadanos para atraerlos a sus objetivos, entre otras cosas, porque no se dejarían engañar. ¿Se imaginan a Felipe, Aznar, Zapatero o incluso Cayo Lara como presidentes de esa hipotética República Española? ¿Acaso no generaría más problemas en esta España siempre a la gresca? Un republicano como yo, por mero racionalismo ideológico de igualdad que no de democracia, prefiere ni imaginarlo tal como está el patio y, desde luego, prefiere dejar las cosas como están.
            Por cierto que, coincidiendo con estas manifestaciones pro-republicanas para traer a España la libertad, la democracia y el progreso, en la libre, democrática y próspera República de Venezuela el gobierno de Maduro le niega la libertad al líder opositor Leopoldo López, líder del partido Voluntad Popular que será sometido a juicio tras permanecer más de cien días encarcelado en una prisión militar. Es una de las noticias que, eclipsada por la abdicación de Juan Carlos I, casi pasa desapercibida. Ni se me pasa por la imaginación y creo que a los venezolanos tampoco, que la solución en Venezuela sería instaurar una Monarquía. Supongo que a ustedes tampoco, aunque muchos, tengan in mente cuál sería la solución.  
            También casi pasa desapercibida la buena noticia de que en mayo el paro baja en España en 111.916 personas y la Seguridad Social gana 198.320 afiliados. Ya sabemos que si en vez de tener Monarquía tuviéramos República estos datos serían mucho mejores. En todo caso, siendo justos, aunque haya Monarquía y gobierne la “casta”, hay que valorarlos muy positivamente, sobre todo teniendo en cuenta que desde que en enero tocó fondo la destrucción de empleo (el primer problema de España) y en febrero se crea empleo por vez primera desde 2008, ya no ha dejado de crecer hasta ahora. Insuficiente, por supuesto, pero, esperanzador, también.          

                                               Jorge Cremades Sena

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