sábado, 29 de noviembre de 2014

CONTRA LOS SALVAPATRIAS DE LAS ESCOBAS

                        No hay manera, mientras los ciudadanos esperan un gesto, un consenso en contra de esta corrupción indecente que nos atenaza, los partidos políticos escenifican un debate estéril en el Congreso de los Diputados que a nadie satisface. Rajoy, tras admitir “problemas serios” en el PP, propone unas setenta medidas anticorrupción para la urgente y necesaria regeneración política con la intención de que la ciudadanía vuelva a confiar en los partidos políticos. En el horizonte la dimisión voluntaria o exigencia de dimisión de Ana Mato, Ministra de Sanidad, por sus implicaciones en el caso Gürtel, que, aunque no directamente, la implican ineludiblemente. Y es precisamente el caso Gürtel la excusa perfecta para que Sánchez, el líder del PSOE, rechace un pacto global con el PP contra la corrupción, alegando que no se pueden fiar de Rajoy, al igual que el resto de partidos de la oposición, excepto CiU y PNV que, más o menos, están dispuestos a intentar un acuerdo al respecto. Al margen de las razones que cada uno pueda alegar para oponerse a la oferta de Rajoy, como si cada uno de ellos estuviera limpio de polvo y paja al respecto, nadie, con dos dedos de frente, puede entender que no se sumen a propuestas, que se convertirían en leyes consensuadas (Rajoy anuncia que está dispuesto a aprobarlas con su mayoría absoluta), como la tipificación por primera vez del delito por financiación ilegal, la prohibición del uso de tarjetas de crédito a los altos cargos, el mayor control de los viajes y gastos de parlamentarios, la suspensión de militancia en un momento concreto del proceso judicial, la prohibición de donaciones o restricción de las mismas, la dificultad de condonar las deudas a los partidos políticos, la fijación de un plazo máximo para la instrucción de los macroprocesos judiciales, la exigencia de trasparencia en el patrimonio de los cargos públicos al inicio de ocupar el puesto y al dejarlo, la exigencia de que los militantes participen en la elección de los órganos de dirección… y así sucesivamente una serie de medidas más que, al margen de quien las proponga, incidirían de forma positiva contra la sistémica corrupción en España. Como bien dice Rajoy, por más que su partido, el PP, esté implicado hasta las cachas, como el resto de partidos, en asuntos de corrupción, una especie de antídoto contra los “salvapatrias de las escobas" que precisamente se aprovechan de estas discordancias partidarias para aglutinar en beneficio propio el disenso partidario en un asunto tan sensible. ¿Acaso toda esta serie de medidas, propuestas por quien sea, no son positivas para poner más difícil la tentación de la corrupción? Parece que no, que es preferible dejar todo como está a cambio de una supuesta ventaja electoral. Y, lógicamente, así no vamos a ninguna parte. Entretanto, al margen de los casos de corrupción acumulados en el seno del PP, como del PSOE, resulta que no sólo Tania Sánchez, la lideresa de IU, sino su padre y su hermano tuvieron la suerte de que les correspondiera un piso de protección oficial en Rivas Vaciamadrid, o que hasta el propio Lesmes, presidente del CGPJ, tenga que pedir la dimisión de Mercé Pigem, vocal de CiU en el mismo, al ser sorprendida junto a su hermana por traer 20.000 euros de Andorra, que el consejero catalán Vila oculte la indemnización millonaria por privatizar Aguas Ter Llobregat,  o que la jueza Alaya acuse a PSOE e IU de financiarse cobrando comisiones en Sevilla. Es el pan nuestro de cada día. Si, como dice Susana Díaz, se le “rompe el alma con la corrupción” nadie puede entender como su partido, el PSOE, no se sume a un consenso con el PP para erradicarla, alegando simplemente que no se fía de Rajoy, cuando se trata de legislar en la dirección adecuada.
            Entretanto Podemos, principal beneficiario de estos y otros disensos incomprensibles en asuntos tan sensibles, renuncia a sus iniciales propuestas increíbles, intentando atraer nuevos votos más moderados pero sin perder los ya adquiridos con su radicalismo inicial. En una especie de esbozo de programa económico, Pablo Iglesias, que hasta ahora no se declaraba ni de izquierdas ni de derechas, se declara “socialdemócrata” aunque de forma sui géneris. Como “España es rica” se trata de crear más funcionarios y más salarios, de que se garantice por ley el derecho al crédito, de subir las pensiones, de fortalecer los sindicatos, de implantar la jornada de 35 horas, de un sueldo para madres solteras o de fomentar una banca pública, entre otras medidas por el estilo, auspiciadas por los economistas Juan Torres y Vicenç Navarro. Menos mal que, en su afán de captar votos entre el espacio del PSOE e IU, renuncian a la salida del euro y al impago de la deuda, así como a la renta básica universal, que dejan ahora como renta básica limitada, tal como está ahora. En todo caso, algunos expertos (no sólo lo son Torres y Navarro), incluso con las rebajas de Navidad que hace Podemos evalúan que su programa económico, en caso de llevarse a cabo, supondría que la deuda española, ya excesiva, sería del 174% del PIB y la prima de riesgo, que afortunadamente se ha conseguido poner en 120 puntos, se dispararía hasta los 1.000 puntos. Incluso hasta la propia formación de Pablo Iglesias reconoce que su llegada al poder encarecería la financiación en los mercados y defiende parar obras en puertos, aeropuertos y AVE afectando negativamente a la economía en corto plazo…. y, a largo plazo, ya veríamos. En definitiva, que eso de atar a los perros con longanizas deja mucho que desear.
            En cuanto al asunto catalán, mientras la Generalitat pretende ahora multar a las radios que no publicitaron el 9-N (lo típico en regímenes totalitarios), Rajoy pretende, viajando a Cataluña, ofrecer un rostro conciliador, combinando la defensa de la legalidad con mensajes en clave política. Vamos, como si a los independentistas les importara algo la legalidad democrática vigente y si el discurso político tuviera alguna validez fuera de su imposición de independizarse del resto de España. En fin, que por intentarlo no quede.
            Y dos asuntos que conmocionan a cualquier persona de bien. Un padre mata a sus hijas de 7 y 9 años mientras disfrutaba del régimen de visitas y se suicida después; que pena que semejantes monstruos no decidan suicidarse primero y dejar para después sus monstruosidades (el 79% de los maltratadores con órdenes de alejamiento “ve a sus hijos”, como resultado del derecho de paternidad por el bien de los niños, hasta que son incluso asesinados). Por otro lado, muere una policía por varios disparos en un atraco a un banco en Vigo, mientras que el asaltante fue finalmente abatido. Es la crónica negra del día.
            Y fuera de nuestras fronteras mientras Escocia logra una histórica cesión de autonomía fiscal (Londres cede la gestión del IRPF y la Seguridad Social), Cameron plantea echar a los europeos que no logren empleo en seis meses, proponiendo duras medidas de inmigración, en tanto que Bruselas y Berlín avalan el derecho de cada país a “regular los beneficios sociales”. Y mientras Juncker está convencido de que su plan de inversiones “va a funcionar porque los proyectos los elige cada país”, Bruselas rebaja la presión sobre el cumplimiento del objetivo de déficit. Entretanto, Peña Nieto lanza reformas drásticas en Méjico ante las protestas, el petróleo cae un 34% desde el mes de enero por la guerra dentro de la OPEP, la Bolsa de Irán queda lista para el capitalismo y busca inversores extranjeros ante un eventual levantamiento de sanciones internacionales, y el Papa Francisco avala la lucha contra el Estado Islámico, denunciando en Turquía el “fanatismo” y la violencia islamista, llamando a los líderes religiosos para que prediquen contra el “fundamentalismo”.   

                                               Jorge Cremades Sena

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