sábado, 18 de abril de 2015

TRANQUILIDAD MENTAL

                        Mientras la denuncia del empresario francés, que acusa a Felip Puig de cobrar comisiones, llega al TSJC, prosiguen los detalles del ya conocido como “Caso Rato”, cuyas penas, en caso de comprobarse las acusaciones, podrían suponerle hasta 16 años de prisión, mientras él afirma que tiene “tranquilidad mental” y muestra “control de todos sus actos y una ineludible colaboración con la Justicia”, asegurando que no tiene ninguna sociedad en paraísos fiscales, ni tiene fondos fuera de Europa. Por su parte, el juez bloquea sus cuentas y Anticorrupción critica las diligencias, mientras Bankia le pide 133 millones de una fianza por el caso de su salida a Bolsa y Hacienda, que le investigaba por blanqueo desde 2013, asegura que su deber es aplicar la ley y “no expresar sentimientos”. Por lo visto el cruce de su declaración de bienes en el extranjero y la de la amnistía fiscal delató las presuntas irregularidades de Rato que posee un patrimonio de unos 27 millones de euros y un hotel en Berlín, saliendo a la luz más datos como el IRPF defraudado por el ex ministro de Hacienda, precisamente, y su familia (1.429.313 euros) o el fraude al impuesto de sociedades en los últimos tres ejercicios (939.741 euros), como que 2.884 euros es lo que tributaron él y su familia en 2013 por intereses y dividendos. Hacienda, por su parte, se centra en la investigación de la ex mujer del ex Vicepresidente, y la Agencia Tributaria asegura que “tiene pruebas suficientes” de los presuntos delitos de Rato, al que seguía el rastro desde hace más de un año, en tanto que la vicepresidenta Santamaría entiende que “el caso Rato es un asunto particular”, lo que, en todo caso, no supone que ello repercuta en el PP. En fin, es el aperitivo de lo que en días sucesivos tendremos que seguir digiriendo en esta putrefacta bacanal a la que nos invitan desgraciadamente nuestros ilustres políticos casi a diario. Es obvio que o miente Hacienda o miente Rato, aunque me temo que, como sucede siempre en estos casos, la verdad no está de parte de quien fuera todopoderoso no sólo en España sino también en el FMI.
            Y, hablando del FMI, mientras dicho organismo dice que el auge de Podemos y Ciudadanos no daña la confianza en España, Julio Montoya, diputado venezolano del partido Primero Justicia, opositor al régimen de Maduro, dice que “durante diez años los de Podemos contrataron ilegalmente con el chavismo”. Lleva razón el FMI sobre el auge de los nuevos partidos, pues lo que golpea los mercados y la credibilidad es el miedo a un inminente colapso de Grecia, cuya incertidumbre sobre el impago eleva la prima de riesgo española al nivel más alto del año, con una subida de 30 puntos en sólo una semana hasta máximos de noviembre, y hace perder el Ibex un 3´3%. Es la consecuencia lógica de un gobierno, cuyo ministro Varufakis es incapaz de alcanzar acuerdos con sus planteamientos fuera de toda lógica. El auge de los partidos antisistema, como Podemos o Syriza, no dañan la confianza mientras están en la oposición, la dañan precisamente cuando gobiernan, pues, como dicen en mi pueblo “una cosa es predicar y otra dar trigo”.
            Por lo que respecta a otros asuntos nacionales e internacionales cabe destacar que el Gobierno español saca a concurso seis nuevos canales de televisión; que se inaugura el nuevo régimen de acceso controlado a Altamira con la visita del primer grupo a la cueva original después de trece años; que la llegada de “sin papeles” a Europa se triplica en sólo un año, recibiendo la UE en los tres primeros meses de este año 57.300 inmigrantes irregulares; y que en Turquía han sido detenidos una española y su marido marroquí que trataban de unirse al Estado Islámico.


                                                Jorge Cremades Sena

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