domingo, 31 de mayo de 2015

LA LISTA MÁS VOTADA



                        Ante el chalaneo mercantilista de votos que se intuye para intentar gobernar con cierta solvencia nuestros ayuntamientos y CCAA, no extraña que, según sondeo de NCReport, más del 65% de los españoles apoye reformar la Ley para que gobierne la lista más votada o que casi el 70% considere, en todo caso, que los partidos deberían decir durante la campaña con quien van a pactar antes de que se emita el voto, lo que, a ciencia cierta, cambiaría drásticamente el resultado electoral ya que, de entre todas las posibilidades, gustos o preferencias, la peor de todas para la mayoría de ciudadanos es la ingobernabilidad de las instituciones, por más que haya minorías que se muevan en tales circunstancias como peces en el agua. Según la citada encuesta, la mayoría rechaza que los socialistas gobiernen con Podemos (se temen lo peor) y prefieren que Rivera apoye al PP, lo que viene a ratificar la solidez de esa mayoría genérica de centro derecha o centro izquierda (seguro que no harían ascos a acuerdos entre Ciudadanos-PSOE, si los resultados así lo posibilitaran) frente a experimentos radicalistas de extrema izquierda o extrema derecha (seguro que no apoyarían mayoritariamente un acuerdo entre PP y un hipotético partido de extrema derecha). Si la moderación, la tolerancia y la búsqueda de consensos han sido los pilares sobre los que se ha construido nuestro sistema democrático en convivencia, paz y libertad, es obvio que cualquier menoscabo de semejantes principios causa recelo en la mayoría de la ciudadanía. Cada vez, visto lo visto, se hace más necesario, como hacen en otros países de nuestro entorno democrático, bien primar a la lista más votada, bien hacer una segunda vuelta entre las dos fuerzas más votadas cuando la vencedora no lo sea de forma sustancial, bien exigir que los ciudadanos sepan durante la campaña a qué atenerse en caso de pactos posteriores, o bien cualquier otra fórmula que, obviamente, deje en manos de la ciudadanía la decisión final en vez de que lo hagan, con todo tipo de argucias, los partidos y sus líderes prostituyendo incluso sus propias promesas electorales.
            De haber tenido cualesquiera de las fórmulas anteriores, hoy no estaríamos asistiendo a un espectáculo de intereses partidarios, que no ciudadanos, generando innecesarias e indeseables incertidumbres. Al no ser así, mientras Pedro Sánchez dice que “Podemos será responsable de que haya o no gobiernos de izquierdas” (¿es que tiene similitud el programa del PSOE y el de Podemos?; ¿acaso Iglesias no ha dicho que Podemos no es ni de izquierdas ni de derecha? ¿acaso no dijo Sánchez que jamás pactaría con los populismos?...¿?) y defiende que su partido está en situación de “empate técnico con el PP” y critica a Ciudadanos sus “tics neoliberales de FAES”… mientras así actúa Sánchez (lo que haga falta menos que gobierne el PP), Podemos no decidirá sobre pactos hasta recibir ofertas concretas. ¿No sería ideal que fueran directamente los ciudadanos quienes, con una segunda vuelta por ejemplo, decidieran sobre ese empate técnico del que habla Sánchez? Por su parte Rajoy culpa del desplome del PP al “martilleo con la corrupción” matando así al mensajero, cuando debiera reconocer que lo nefasto no es el martilleo, sino la corrupción en sí misma.
            Entretanto el avance del populismo frena la inversión extranjera, alertando las grandes empresas del IBEX35 de la paralización de proyectos clave de capital foráneo, por ejemplo, en Barcelona y Madrid, mientras los partidos no se aclaran para definir los destinos de tan importantes ciudades con negociaciones no sólo a dos, sino a tres, cuatro y hasta cinco bandas. ¿No sería más deseable que fueran los barceloneses o los madrileños en una segunda vuelta quienes decidieran si su alcalde es Colau o Trias en Barcelona y Aguirre o Carmena en Madrid en vez de lo que está sucediendo en estos momentos?  En fin, en semejantes circunstancias, Rajoy, forzado por los suyos, anuncia cambios que, en todo caso, no afectarán a la política económica, mientras procura taponar los agujeros internos del PP. Y Sánchez, que por fin doblega a Díaz y se ve como candidato único del PSOE (los socialistas asumen que no habrá alternativa en las primarias), dirime sus diferencias con Díaz (“no nos disfracemos de lo que no somos”) en el Comité Federal, con un Madina crítico del resultado socialista del 24-M (“el cambio lo han protagonizado otros”), con una Beatriz Talegón (para muchos la joya de la corona) amenazando con abandonar el PSOE y unirse a un nuevo partido… y con un partido socialista que descarta gobernar con Colau y Carmena (sabedor que ello supondría el principio del fin tal como el propio Iglesias ya recordó con el PASOK).
            Y en el exterior cabe destacar que Italia rescata en un solo día en el Mediterráneo a 4.500 náufragos (un nuevo récord de una tragedia intolerable); que China impulsa el cambio de su industria hacia las tecnologías; que en una marcha en Rusia son agredidos los gais; y que Sarkozy queda consagrado como líder del centroderecha francés en el congreso de refundación de su partido, primer requisito para su objetivo de reconquistar el Elíseo.
            En cuanto a los deportes, felicitar a Contador, que salva la “maglia rosa” tras sufrir ante Aru y Landa, y al Barça por conseguir la Copa del Rey al derrotar al Bilbao en la final, celebrada en el Camp Nou. Sin embargo, una vez más, una monumental pitada al rey Felipe VI y al himno nacional (caso insólito en el mundo) ensombrece el éxito deportivo de forma indecente, pues supone un insulto no ya a la Jefatura del Estado, sino a toda España, máxime cuando, salvo que creamos que los 15.000 pitos llegaron a los aficionados por arte de magia, se trata de un acto de protesta organizado calculadamente, no ya contra un gobierno u otro, sino contra la ciudadanía española, generando o alentando actitudes violentas y fobias contra dos equipos de futbol que voluntariamente participan en el torneo y se sienten orgullosos de conseguir el trofeo deportivo. En fin, una ignominia que en cualquier país civilizado sería castigada y perseguida de forma severa… al menos, contra sus promotores que haberlos, haylos.
                                                Jorge Cremades Sena

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